lunes, 16 de julio de 2012

Memorias sin Fin



Y se encendían una y otra vez  las luces, el público se levantaba  y aplaudía con tanto entusiasmo que hasta el mismo teatro se erizaba de emoción. 

Fueron aquellas noches mágicas e  inolvidables, aquellos recuerdos perpetuos. Memorias sin fin. 

Escuchar la música en la gran sala, cada ensayo lleno de risas, repetir aquellos detalles que debían salir a la perfección, recibir una felicitación y aceptar una amonestación.

Cierro mis ojos y puedo sentir en mi corazón cada una de las notas de piano, el olor a madera del escenario, la fuerza de las cuerdas en las que con tanta gracias nos fuimos enredando, lo ligero de nuestro vestuario. Vuelo con el recuerdo de nuestros suaves y sutiles movimientos.

Querido amigo, compañero de teatro y cómplice de mis días. Mí amante y amoroso esposo, hoy, como aquellos días elevo mis brazos al viento para hacer soplar tus cenizas y que vuelen al compás de ese ritmo que un día marcaste en mi vida.

Adiós mi amor, hasta pronto. 
Hasta volvernos a encontrar en los escenarios de la eternidad.

Ani Vettorazzi
Marzo, 3 2012


La Habana - Cuba, abril 2007






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